¿Quién no se acuerda de un profesor que marcara su etapa escolar, aquel que le hiciera disfrutar de una asignatura, que le hiciera pensar y ser más crítico y activo?
Cada 27 de noviembre se celebra el Día del Maestro en España, una fecha que sirve para destacar y reconocer la importante labor que todos los maestros y maestras desempeñan y para recordar a todos aquellos que despiertan la conciencia ecológica de los más pequeños.
De hecho, según el estudio de opinión «Jóvenes, educación y medioambiente», realizado por More Than Research para Naturaliza, 1 de cada 3 jóvenes reconoce haber tenido un maestro que le ha dejado huella en el respeto y cuidado del entorno, un aspecto de la enseñanza que el 61% de los entrevistados considera como primordial.
Las aulas se convierten, así, en los lugares idóneos para divulgar en medioambiente a nivel teórico y, fundamentalmente, desde el aprendizaje activo basado en el contacto con el entorno, que ayuda a los niños a desarrollar actitudes y valores como la sensibilidad, la empatía o el respeto por los animales. En este sentido, tal y como indica Yasmín Kayali, docente Naturaliza del Colegio Luyferivas en Rivas-Vaciamadrid, la figura del docente es esencial “nuestra misión como agentes transformadores sociales no solo consiste en transmitir conocimientos, destrezas y valores a su alumnado, sino en motivarles para adquirir una actitud proactiva hacia la concienciación ecológica y medioambiental.
Los maestros tenemos un gran poder de influencia porque se crea un vínculo afectivo con el alumnado que va más allá de los libros o de las circunstancias personales o sociales. Nos convertimos en su referente y, en consecuencia, debemos servir como modelo, guía y facilitadores de su aprendizaje”.
Con ella coincide Soraya Buey, docente Naturaliza del CEIP Miguel Íscar, Valladolid, que asegura que “tanto la educación ambiental como la educación en valores son ejes transversales del currículo que los maestros deben tener muy presentes. Yo siempre digo que hay que educar en la «mirada sensible» de los niños y dentro de esa mirada está la «mirada ambiental». Mis alumnos toman la iniciativa, yo solamente les acompaño en su proceso de aprendizaje. Los beneficios son múltiples, los niños son más participativos, son capaces de observar cosas que a los adultos nos pasan desapercibidas y no por eso son menos importantes, están más concentrados y, sobre todo, cambia el comportamiento. Creo que la naturaleza les ayuda a evadirse de sus problemas”.
Estos aspectos también se recogen en el estudio de More Than Research, donde las salidas a la naturaleza o al campo y las visitas a las granjas escuelas fueron las actividades que más impactaron a los jóvenes españoles en su etapa escolar. Por ello, se debe trabajar para convertir los espacios exteriores y el aire libre en aliados del proceso educativo.
Algo que ya fomenta Naturaliza, poniendo a disposición de los maestros las herramientas y recursos digitales necesarios para llevar la educación ambiental a sus aulas.
“A los alumnos les encanta que les acerquemos la naturaleza al aula y traspasemos los muros de la misma. Se motivan especialmente cuando tienen la oportunidad de vivir lo que aprenden de manera experiencial en excursiones o salidas al entorno. Se convierte en un verdadero aprendizaje porque se permite la exploración de la naturaleza en primera persona, además de que repercute positivamente a su salud física y mental”, destaca Yasmín Kayali al respecto.